Presentación

Amigo, este espacio busca apenas hacer accesibles los textos que aqui van siendo publicados. A su vez, estos textos visan exponer elementos que faciliten el contacto y la reflexión sobre algo que consideramos esencial al Hombre: el desarrollo de su conciencia de si y consecuente realización de su naturaleza esencial, no dual. Por favor, no los toméis por aquello que no son, ninguno de estos textos presume de ser una obra y menos aún estar imbuído del espíritu de algo que haya que ser tomado como verdad incuestionable. Como mucho, pueden ayudar a comprender y realizar el conocimiento de algo, infelizmente, tan a menudo manipulado de forma superficial, fragmentada, confusa.
Estos no tienen derechos de autor, pueden ser leídos, copiados, manipulados e, incluso, es posible usurpar su valor. Que aquello que cada uno haga le ayude a conocer y a realizar su verdadera naturaleza. Es lo único para lo que importa dedicar, en definitiva, nuestro tiempo.
Que seáis felices!

Conversaciones sobre la posibilidad de Ser



Interlocutor: Llevo muchos años meditando y todavía no he conseguido realizar ese estado de equilibrio de la mente de que hablas.
Joao: ¿Qué es lo que te lleva a pensar que meditas hace muchos años?
I: Pues, el hecho de practicar la meditación hace ya más de cuarenta años.
J: Sentarse con los ojos cerrados no es meditar. Hay numerosas técnicas para ejercitar la meditación. Tal vez no hayas practicado todavía la que más le convenga a tu estructura mental. Además no es el camino lo que te lleva al destino, es llegar. Sólo el último paso te hace llegar al destino, ningún otro.
I: ¿Cómo hago entonces?
J: No hay recetas. El tiempo dedicado a intentar cumplir con actos y prácticas que te son externos es un desperdicio. Meditar es vivir en el presente, continuamente en el presente. Las prácticas de meditación son ejercicios que te pueden ayudar pero no debes cumplir religiosamente práctica alguna sin antes haberla experimentado con profundo sentido crítico. Debes practicar aquello que te permita conocer tu estructura mental, tu estado en cada momento, desde ti misma.
I: ¿Cuál es el camino que debo seguir?
J: ¿Me lo preguntas a mí? Todo lo que uno debe hacer es liberarse de ataduras, prejuicios, bucles mentales y todos los aspectos socioculturales que no pasan de elementos externos que te alejan de tu naturaleza, no añadir a esos otros, por muy bienintencionados que sean. El camino deberá llevarte a vaciar tu bolso, no a cambiar su contenido o llenarlo aún más.
I: ¿Y eso cómo se hace?
J: Viviendo lo más posible en el presente. Trata de ser consciente en cada momento viviendo en el presente, siempre en el ahora.
I: Lo intento, pero se me hace casi imposible. Me doy cuenta de que a cada momento me distraigo con pensamientos diversos.
J: La naturaleza de la mente es pensar. Pensar no tiene nada de malo y tampoco debemos entender que el estado de equilibrio de la mente requiere o significa ausencia de pensamiento. La mente es un órgano tan específico y particular como todos los demás órganos en nuestro cuerpo. Si en algún momento dejara de poder cumplir con sus funciones moriría, o sea, nuestro cuerpo moriría. El desequilibrio está justamente en el aspecto que toma esa función que le es intrínseca. Lo que se pretende es que el movimiento de la mente deje de ser anárquico y obsesivo, que exista equilibrio entre sus funciones. Pensar está bien cuando hace falta hacerlo y en ese momento particular. Cada pensamiento responde a una necesidad en su momento y ahí debe cesar. Todo lo que surja de más de eso no debe tener lugar. El estado meditativo es justamente ese vivir sólo el momento presente de forma consciente, sin más.
I: Me pregunto si algún día podré alcanzar ese estado de equilibrio.
J: Ese estado ya existe en ti. Mientras ocupas tu tiempo con pensamientos desmedidos, bucles mentales, etc, no te será posible percibirlo pero él siempre ha estado y sigue estando, sólo tienes que dejar de volcarte en las funciones analíticas y manipuladoras de la mente. Además son esas mismas funciones las que te llevan a generar tu identificación, a separar las cosas, a catalogarlas, generando continuamente una ocupación basada en comparaciones, juicios, rechazos... sin fin. Mientras te permitas dedicar tu tiempo y atención a eso, no te es posible percibir aquello que hay por debajo: el estado de equilibrio que tanto deseas.

Interlocutor: He leído que la paz debería ser el punto de partida y no el lugar al que intentamos llegar.
Joao: El punto desde el cual enfocamos nuestra visión y, desde ahí, nuestra acción, en verdad, lo limita todo. No hay nada en la vida que alcanzar, nada que hacer para conseguir o lograr lo que sea. Uno tiene y conoce apenas aquello que practica y esto se traduce en la vida fragmentada y difícil a la que vamos dando forma. Desde sí mismo uno ya lo tiene todo y puede perfectamente hacerse consciente de ello, sólo tiene que serlo, permitirse serlo. Pensar que hay que hacer algo para conseguir tal cosa, identificarse con ello es, lo ha sido siempre, el verdadero y gran obstáculo.
I: No sé si lo he entendido.
J: Cuando uno vive desde el pensamiento y piensa que no tiene, que le falta algo, entonces eso es su realidad. Lo desea, trata de conseguirlo, identificándose con ese procedimiento deforma en ello todas sus capacidades.
I: Debo entonces pensar aquello que quiero que sea mi realidad.
J: Será erróneo pensar que es una cuestión de pensamiento. El pensamiento sí que lo condiciona todo pero, lo que todo lo genera es que uno se identifique con el hecho de pensar en sí mismo. Así como el pensamiento condiciona al percibir, el pensar no deja lugar a vivir aquello que, en realidad, hay en uno mismo, a ser aquello que realmente es.
I: No debo siquiera pensar ¿es eso?
J: No he dicho que no debas pensar. La cuestión reside en identificarse uno con el hecho de pensar, con aquello que piensa y dejarse llevar por esos pensamientos. Es como dejarse uno llevar por la corriente del río y oscilar continuamente entre sus cambios y movimientos sin fin. Entenderás que eso es totalmente diferente a adentrarse uno en el río y, sin perder la tranquilidad, sentarse en medio, dejando que todo pase sin ir detrás de lo que sea o aferrarse a lo que traiga el río cada momento.
I: Entiendo. Pero me gustaría saber cómo funciona la mente.
J: Te podría explicar el funcionamiento de los dos hemisferios cerebrales, sus características y consecuencias. Resulta bien fácil de entender que nuestras funciones analíticas, de catalogar, diferenciar, memorizar infinitamente datos, aspectos etc., y el hecho de identificarnos con esos procesos nos lleva a crear una idea sobre nosotros mismos con tendencia a cristalizar y que estas funciones, por prácticas y útiles que sean en el día a día van tomando cada vez mayor preponderancia sobre las funciones del espectro más abstracto, flexible, capaz de relacionar las diversas cualidades y aspectos de entorno, percibir y comunicarse fuera de los patrones y disfrutar, simplemente, de todo eso. No es difícil entenderlo y en el desequilíbrio de estas dos "realidades" está el desequilibrio de nuestra mente y que, como es obvio, el equilibrio de ésta pasa por el reequilíbrar de estas funciones. Pero te aconsejo que lo entiendas a través de tu propia observación. Sin tomar conceptos y datos preestablecidos. Observa tu funcionamiento mental tú misma. Con cada cosa, en cada momento. ¿Qué observas cuando observas? ¿Cómo lo observas, con qué datos y herramientas? No juzgues, evita hacer comparaciones. Trata de estar contigo mísma cada momento.
I: ¿Cómo puedo yo percibir el funcionamiento de la mente si estoy en desequilibrio?
J: Todos formamos una estrutura mental a lo largo del tiempo que, como todas, tiene sus características y particularidades pero esos desequilibrios que consideras negativos y que a menudo te hacen sentir que todo está perdido o que es muy difícil, van a ser tu herramientas esenciales para solucionar todo cuanto a ti te parece en desequilibrio y volver a tu estado esencial. Es justamente tu estrutura y funcionamento mental aquello que te va a permitir solucionarlo todo. Sólo tienes que trabajar desde lo que hay. Ya lo tienes todo.
I: ¿Qué observo?
J: Esos desequilibrios que tanto te parecen insolubles hacen parte de los mecanismos mentales tal y como los tienes estruturados. Cuando surgen son como campanas que te avisan de que hay algo. Sólo surgen cuando algo las hace tomar forma. Es como un botón que, cuando se presiona, acciona un bucle mental estruturalmente asociado a ese algo que lo despierta. Observando lo que sale te es posible darte cuenta de la forma que toma, sin más, no tienes que juzgarlo ni tan poco compararlo con otros en otros momentos. Vas conociendo aquello que sale. Observándolo desde ahí te puedes ir dando cuenta de qué es lo que lo acciona, cuándo y cómo. No importa saber por que razón y mucho menos identificarlo o relacionarlo con elementos externos o terceras personas. Simplemente observa, estudia tu funcionamiento mental. Al hacerlo te harás conocedora y capaz de discernir los diversos mecanismos y automatismos. Con el tiempo caerán por si mismos y te harás progresivamente más libre y consciente. Estudiando esos mecanismos que te parecen desequilibrios nefastos los trasformarás en herramienta de tu conocimiento y liberación de los mismos.
I: Hay que observarse continuamente.
J: Sin comparaciones, sin juzgamientos. Sólo observar cada momento. Lo que sale, cómo sale, qué es lo que lo desencadena y cuándo.

Interlocutor: Lo tengo muy difícil. Mi vida no permite que me dedique a la meditación como a mí me gustaría. Ahora mismo me encuentro con gran dificultad para atender y entender a mis hijos adolescentes. Todo me consume demasiado. Me pasan cosas con ellos muy duras.
Joao: ¿Para quién resultan esas cosas duras?
I: Son cosas que uno no espera. Te atacan continuamente, me machaca lo que me dicen y el cómo lo dicen. Como por ejemplo que les agobio.
J: ¿Les agobias?
I: ¡No! Pienso que no.
J: ¿Te lo dicen ellos?
I: Sí.
J: ¿Por qué no haces caso de lo que te dicen?
I: Tengo que responsabilizarme yo por casi todo lo que es más esencial y beneficioso, sino ellos no hacen nunca aquello que tienen que hacer para su propio bien.
J: ¿Estás segura?
I: Es lo que veo.
J: ¿Sigues entonces estando siempre presente en los asuntos personales de tus hijos adolescentes?
I: ¡Por supuesto!
J: Cuando tienes una mosca que no te deja en paz, que siempre está a tu alrededor, la intentas apartar ¿verdad? Y cuando eso no se hace posible terminas intentando acertarle para ver si se queda incapacitada, por lo menos, por un rato, de seguir con ello. Te agobia y te resulta molesto cuando no te hace caso ¿verdad?
I: Es cierto.
J: Un hijo siempre es una gran oportunidad para el desarrollo personal de uno. Permitiéndose, uno tiene la posibilidad de realizar un trabajo personal de gran profundidad. Es muy bueno tener a alguien que nos diga y enseñe las cosas sin pensar en cumplir las normas tácitas de relación social, alguien que nos confronte con aquello que hacemos, sin más. Los hijos siempre nos colocan en situaciones que nos obligan a mirarnos como somos, como hacemos, cada momento. Eso no nos gusta. Principalmente cuando nos encontramos tan identificados con aquellas ideas y funcionamientos que hemos creado y tratado de mantener sobre nosotros mismos. Los hijos no entran en el juego ilusorio de los padres porque ni lo viven ni lo comparten con ellos, eso son cosas de adultos, de una vida que ellos no practican y que les resulta falsa, muchas veces grotesca. Desde muy pequeños nos van dado señal a los padres y tratando de darnos a entender cuándo les forzamos y cuándo nuestra forma de estar en la vida se les hace dura o incómoda. Pero, la mayor parte del tiempo los padres terminan por no hacerles gran caso. Los niños van tratando de conseguir hacerse atender con mayor efectividad a lo largo del tiempo, van teniendo más herramientas y capacidad de hacer notar su desagrado y sus necesidades, una vez adolescentes han alcanzado ya un momento en que tratan de dar, siempre que les sea posible, en la diana e incapacitar al máximo a la mosca para que ésta les deje tranquilos.
I: Son muy crueles.
J: Todo toma la forma que es llevado a tomar. Te resulta cruel a ti, que esperabas que no lo hicieran así, te gustaría que todo fuera de otra manera. Se genera mucha confusión, principalmente con estas edades. Los padres se encuentran muy a menudo en encrucijadas de este tipo con sus hijos y tienen la tendencia a tomarlas todas de la misma manera y como si siempre se tratara de lo mismo: discusiones, confrontaciones. Hay algunos de esos momentos o situaciones en que el niño adolescente, que ya no es ningún niño, está tratando de conseguir su espacio vital, a esta edad están dedicando mucha de su energía y atención a un proceso titánico que es el intentar renovar lo más posible ese edificio suyo, derruyendo y reconstruyendo con sus propios materiales, de modo a que éste tenga, lo más posible, su cara y no la de alguno de sus padres. Muchos padres tienen la idea de que ese edificio lo han hecho ellos y, sin pensarlo, pasan el tiempo interviniendo en ese intento de renovación realizado por sus hijos, lo hacen muy a menudo al extremo, como queriendo evitar lo más posible que estos cambien lo que sea, incluso el color de las paredes o lo que sea, por mínimo que sea. Estando uno concentrado y dedicando tanto de sí a tal trabajo y necesidad personal, resulta comprensible que las intervenciones externas sean sentidas como inoportunas y molestas. Hay que poder discernir y respetar las características y necesidades de ese proceso. A la par de eso, además de estos caso, por veces, en esas confrontaciones el adolescente está tratando de conseguir apenas un poco de silencio, otras tratando de delimitar nuevos territorios, salvaguardar su vida emocional, reforzar sus capacidades, su confianza... Es algo de veras complejo y que muchos padres toman como si se tratara siempre de lo mismo.
I: Entiendo. Pero soy su madre y me preocupo por ellos.
J: Trata de observar. En ningún momento tus hijos desean que tú dejes de ser su madre. Debes presentarte siempre como tal, haciendo vivibles tus momentos con ellos, materializando tus inquietudes, etc. Pero a veces hace falta silencio, por ejemplo. Somos muy parlanchines y a menudo nos permitimos abrir la boca para decir de todo, aquello que nos piden y lo que nadie nos pide y de forma continuada lo hacemos. Parece que hay que rellenar todo el tiempo, que es malo o triste estar en silencio o con alguien sin hablar. Lo hacemos con habladurías y mucho más con la mente. Ni todo tiene los mismos tiempos. Miras hacia una planta que te es desconocida y eres capaz de preguntarte qué cosa más fea es aquella y pasadas dos semanas, esa "cosa" haber florecido y su flor ser de lo más deslumbrante que hayas visto nunca. Todo necesita de su tiempo. Intenta observar a cada momento lo que surge en ese momento y vivirlo desde lo que hay en ese momento. Intenta hacerte consciente de aquello que es cada cosa en ese momento, sin más. No hace falta comprenderlo todo y controlarlo todo. Observa, escucha y permite que lo demás sea, que cada momento no sea simplemente aplastado por tus procesos automáticos de reacción a lo percibido. Esto es meditar.
I: Consiste en darse cuenta del propio funcionamiento de uno ¿verdad?
J: Eso es. Vivir cada momento y cada situación desde ese observar ahora, en el presente. Reconociendo cada momento como algo de ahora, observando lo que toma forma, qué lo lleva a tomar esa forma.
I: Pero los automatismos son muy fuertes, terminan por salir a menudo.
J: Observa. Observa continuamente. No es una cuestión de intentar hacer con que tu comportamiento tome determinada forma o ponerte una máscara. No es el final del mundo que te salten los automatismos. Tanto los buenos como los malos momentos terminan pudiendo ser de gran utilidad para el proceso personal de cada uno, de parte a parte, la cuestión se centra en el hacerse consciente, capaz de observar y darse cuenta de esos mismos automatismos. Si te salen porque resultan más fuertes pues obsérvalos tal cual. En el momento no te resulta posible dominarlos pero sí, te es posible observalos e identificarlos en seguida. Los vas conociendo, dándote cuenta de como surgen, en qué momentos y cómo, y en la medida en que uno lo va haciendo los automatismos van dejando de salir con tanta regularidad. Cuando te des cuenta, mucha cosa ha desaparecido ya, tu proceso personal se va haciendo más lúcido y capaz. Si algo bueno hay en hacerlo es que jamás pierdes el tiempo dedicado a ello. Son como puertas que vas pasando y que ya no tienen vuelta atrás. Con el tiempo todo se va haciendo efectivo y consolidando. Todo esto que te estoy diciendo es meditar.
I: Entiendo.
J: Tu proceso personal se va haciendo posible y real con esto. Es meditar. Siempre hay que meditar desde lo que hay. La práctica es personal y debe tomar la forma que permita hacer fluido tu proceso personal. Haciéndolo así te va a ser posible serenar tu mente, centrar tu atención, aumentar tu capacidad de escucha, de vivir el momento. Habrá trasformación en ti.
I: Pero cuesta sentir aquello que te hacen sentir algunos momentos con tus hijos. Lo que siento a menudo es que ya no están para dar como antes. Antaño, parece, retribuían con una sonrisa o así, al paso que ahora...
J: La idea de que haya algo que no cambie continuamente es ilusión nuestra. Todo cambia, nada es permanente y solo nosotros desearíamos que así no fuera. Tratamos a menudo de fingir que no es así y, peor, tratamos de forzarlo a que no sea. Pero no sólo tus hijos han cambiado, tú, tal vez sin darte cuenta, has cambiado también. Tal vez por sentir que estás siempre contigo misma y que nada cambia ni lo notas pero ellos sí, lo notan muchísimo. Además hay la tendencia a ni siquiera pensar que los hijos lo notan todo en los padres, sus cansancios, sus desesperaciones, etc. ¿Cómo te sentirías tú al ver que tus padres, al final, gastan sus energías trabajando para otros, tratan de divertirse y pasarlo bien con otros, cosas de las cuales los niños no hacen parte y que, al final, el peso de su cansancio, de sus imposibilidades, siempre lo traen colgando en el rostro para casa y termina por pesar sobre los niños? A veces, en la adolescencia, los niños terminan por tirar a los padres cosas muy antiguas, de parte a parte ya nadie se da ni cuenta de dónde vienen pero están ahí. Tratamos de que las cosas se mantengan. Creamos estanques donde las aguas puedan permanecer seguras pero con el meneo que le pegan los niños en la adolescencia, las paredes que las guardan se vuelven insuficientes, trasbordan. Además de eso, las aguas estancadas, al volver a moverse, no pocas veces, huelen. Huelen y eso desagrada a los padres. Es un buen momento éste para permitir que las transformaciones en los hijos se traduzcan, también, en transformaciones en los padres, permitir que ese tirarse al río de los hijos, tratando de hacer fluir sus aguas, sus vidas, se traduzca en los padres en el permitirse ampliar en sí mismos aquello que, tal vez por fuerza de las circunstancias, se había mantenido estrecho, estancado. Observando, estando a cada momento, con lo que hay, desde lo que hay, se hace posible dejar caer una u otra pared que está ya de más, que las aguas, malolientes o no, fluyan, sigan su camino y disfrutar de esa liberación. La liberación de los hijos es la liberación de los padres y viceversa. Hay que aceptarlo, vivirlo, no intentar retenerlo o impedir que todo cambie. Seguro que al día de hoy, aunque de forma diferente, tus hijos siguen compartiendo sonrisas contigo. Seguirán queriendo tenerte por madre toda su vida, lo único es que ahora están en un momento muy particular, con necesidades específicas y dedicándose a sus cosas, aquello que se interpone en su proceso vital les resulta molesto, les agobia. Todo esto que te he dicho es meditar. Vive cada momento, ahora, en el presente.
I: Lo entiendo pero también sé que es difícil hacerlo.
J: Toda práctica requiere una firme decisión. La práctica sin firmeza no lleva a ningún lado. Hay que meditar desde lo que hay, vivir en el presente desde lo que hay pero hace falta tener la firme decisión de vivirlo desde tus intenciones. Si quieres mejorar tu vida, realizar realmente una trasformación, tienes que vivirlo desde ya y con decisión. No se trata de intentar llegar a algo, sí vivir desde eso que quieres real. Cuando uno piensa que va a ir a por algo y lo ve en el futuro, eso no existe, su trabajo es un desperdicio. Sólo en el presente está el hacer. Ese algo que quieres para tu vida es ahora y es desde su hacer ahora, en cada momento, que se hace real. Viviéndote desde eso que quieres, teniéndolo siempre presente, a cada momento se te hace posible vivirlo en verdad, desde ahí lo observas todo, lo vives todo, en el presente, y ves a cada momento si cada una de esas cosas o momentos van con eso que quieres o simplemente no van con eso que quieres, discerniendo y viviéndolo en ese mismo momento, sin más. Eso sí, necesitas una firme decisión de vivir aquello que pretendes realizar en tu vida. Vivir desde lo que hay, eligiendo tú misma lo que hay en tu vida. Así es como todo lo demás deja de ser un impedimento o un problema en tu proceso personal. Te haces dueña de tu proceso personal, de tu vida. Puedes vivir en estado meditativo, trasformar tu vida. Llegar a vivir tu esencia, realizar tu ser. Que seas muy feliz.

Interlocutor: Estaba pensando en las situaciones que creemos que están bien porque se generalizan o se homogeneizan contraponiéndose a otras situaciones, que de esta manera pensamos que están mal. Por ejemplo, si mi hija no se integra a jugar con un grupo de niños, pienso que está pasando algo, que algo está mal porque no hace como los demás, y no me deja ver que mi hija está necesitando jugar sola en ese momento y que está bien para ella. Me parece que esta dualidad de bien/mal, correcto/incorrecto nos lleva a sufrir y son sólo meros conceptos mentales, pienso que cada uno tiene que vivir su realidad sin comparaciones.
Joao: ¿Quién compara?
I: La mente.
J: ¿La mente de quien?
I: La de cada persona, desde la estructura que tenemos cada uno.
J: Has dicho que hace sufrir, ¿cómo hace sufrir?
I: Hace sufrir porque deseas que ocurra de la manera que no está ocurriendo.
J: Haciéndolo de otra manera, ¿impides el sufrimiento?
I: No, eso estoy diciendo, que me parece que mientras haya dos maneras no estamos aceptando lo que hay.
J: ¿Y?
I: Pregunto que si el sufrimiento tiene que ver de alguna manera con esta dualidad.
J: El sufrimiento no está en la dualidad. No hay dualidad. Todo es Uno, te refieres a conceptos, ideas, elaboradas en tu mente. Las puedes compartir con los demás e incluso formalizarlas de manera que parecen ser comunes a las de otros pero no pasan de cosas que tú vives a partir y en tu estructura mental, así como los demás las viven por muy semejantes que puedan parecer desde sus estructuras mentales con las características que les son propias. Nos forzamos a hacer lógico aquello que nosotros mismos creamos y que en realidad no tienen más lugar que en nuestra mente. Al ser uno con tu hija, en el momento en que está jugando no hay dualidad, no hay lógica capaz de interponerse en el hecho de que seáis una y la misma cosa. No es el hecho de que tu hija haga o deje de hacer algo en concreto, aceptado o no como natural o mejor y sí que tú te separes de ella en esa vivencia lo que te va a generar sufrimiento. Sí, la visión dualista genera muchas dificultades pero es el hecho de que nos permitamos a ello lo que va a desencadenar aquello que sientes o identificas como sufrimiento. Cabe no generar esa dualidad. Reflexionar sobre ella es dualidad.
I: Entonces, pensar en esos conceptos e identificarnos con ellos ¿es lo que nos genera sufrimiento?
J: Es lo que le da lugar. No hay dualidad en una nube, pero sí la hay si la diferencias de cuando llueve. En la nube ya hay lluvia. La nube es la lluvia en otro estado, pero es siempre una, ¿entiendes?
I: Creo que sí.
J: Es importante que te des cuenta de que el hecho de comparar y vivir de esa forma genera sufrimiento. Es más importante aún darte cuenta que eso no es siquiera real.
I: ¿Me estás diciendo que todo es ilusión?
J: Te estoy diciendo que tú tienes la posibilidad de crear lo que quieras por realidad. Puedes justificarla, mantenerla, lo que decidas, pero es algo que solamente tú vives de esa manera, no la vas a poder compartir realmente como tal con nadie. Por eso las relaciones entre personas con aquello que llamamos nuestro y nuestra realidad resultan tan difíciles y son los nidos de tantos problemas.
I: Es porque vivimos separados de todo, ¿no?
J: Es porque vivimos separándonos de todo cuanto podemos percibir.
I: Y ¿qué es lo que uno puede hacer para dejar de vivir separado de todo?
J: No tomar la forma por realidad última y sí por aquello que es. En esencia todo es lo mismo. Cada cuerpo, cada materialización responde con precisión a fórmulas y necesidades generadas por el propio mundo material. Esa materia se ha hecho muy compleja. Nosotros mismos somos el ejemplo más perfecto de ello, hay que vivir con cada cosa en cada momento, utilizando y realizando esas mismas funciones e idiosincrasias de cuanto a tomado forma hasta hoy, pero vivirlo sin perder de vista la realidad última de que todo, en esencia, es lo mismo. No es el hecho de que la esencia pueda tomar múltiples formas lo que hace de las cosas cosas. Ninguna forma es perenne, ninguna de las cosas que discernimos e identificamos llega a ser realmente aquello que discernimos e identificamos como tal. Nada llega a ser efectivamente más que la esencia misma, incluso nosotros, aunque seamos al día de hoy seres vivos con el alto nivel de desarrollo que tenemos y capaces de utilizar lo demás en nuestro beneficio. Nuestra toma de forma ha tenido un principio, va cambiando continuamente y tendrá un fin. Aquello que ya era antes de tomar forma seguirá siendo después de perder esa forma. No hay más realidad que ésta.
I: Entiendo esto que me dices y entiendo que hay que hacer un trabajo de transformación mental. Llevamos muchos años o siglos separándonos del resto de las cosas.
J: Es la forma material a la que hemos llegado, en nuestra condición humana, con sus características y componentes, con el cerebro que tenemos, lo que nos hace percibir las cosas de esa manera y el hecho de identificarnos con el tratamiento mental que hacemos con aquello que percibimos, lo que nos somete a esa percepción del mundo. No hay que confundir la naturaleza de la materialización con la naturaleza última de todo lo que toma forma, o sea, la esencia misma : energía pura, vacío.
I: Entonces ¿es esa separación que hacemos con el resto de las cosas lo que genera sufrimiento, por identificarnos con la materia que nos forma?
J: Tú y yo tenemos la posibilidad debida a la materialización, de vivirnos como tal. Yo soy una entidad, tú eres otra, nos podemos tomar como tal y vivir interrelacionándonos con todo lo demás a partir de las posibilidades que generan. Pero no debemos olvidar que en esencia somos todo lo mismo. Si lo tenemos presente viviremos de forma consciente sin cristalizar ninguno de los procedimientos que toman lugar en esa interrelación continua. Aquello que nos genera tanto sufrimiento es justamente caer en eso. Al hacerlo, generamos una realidad paralela que es, en última instancia, sólo nuestra y de veras difícil, por no decir imposible, hacer real para los demás. De este "juego" nace todo.

Interlocutor: ¿Qué puedo hacer para mantener la mente calmada de pensamientos? Cuando logro tener la mente en calma, no digo sin pensamientos, sólo con unos pocos, me siento lúcida para ver y actuar pero cuando por ejemplo estoy nerviosa vienen a la mente tal cantidad de pensamientos que al final me enredo en ellos.
Joao: ¿Has dicho mantener? ¿Has llegado ya alguna vez al estado de tranquilidad mental?
I: Sí, pero no es tan duradero como me gustaría.
J: ¿Cómo es esa tranquilidad?
I: Es mucha paz, es estar con lo que hay en ese momento, es estar en el presente a diferencia de cuando tengo muchos pensamientos que ando más en el pasado y en el futuro.
J: Y esos momentos te surgen puntualmente, ¿es así?
I: Empezó así, luego han ido estando un poco más pero los momentos de muchos pensamientos me surgen más frecuentemente de lo que quisiera.
J: Intentas mantener ese estado de tranquilidad y a partir del momento en que lo haces inicias una pelea en la cual se va generando progresivamente más tensión, más y más tensión, a la par de ésta, pensamiento. Cuando se inicia una acción ¿sabes lo que pasa inevitablemente?
I: ¿Qué pasa?
J: Tendrá un fin. ¿Sabes cuál es el fin de cuando das inicio al intento de mantener el estado de tranquilidad mental?
I: No, ¿cuál?
J: ¿No? ¿Qué es lo que pasa cuando lo intentas?
I: Cuando intento mantener ese estado empieza esa pelea que me has dicho, se generan más pensamientos y tensión.
J: La naturaleza de la mente es ésa misma. Por cada proceso activado hay un final y si no somos conscientes de ese mismo funcionamiento, éste, asociado a nuestras memorias y procesos de identificación, genera verdaderos bucles mentales. Este movimiento puede alcanzar velocidades extraordinarias. Cuando entras en un bucle mental sólo el darte cuenta te puede rescatar. La única excepción es que pase algo que te lleve la atención hacia otra cosa, pero eso fácilmente es más de lo mismo. Te hago una pregunta: cuando estás en estado de calma mental ¿quién lo quiere mantener?
I: Yo
J: ¿Yo, quién?
I. Supongo que yo es mi mente.
J: Entonces aquello que tú consideres ser tú, que es tu mente, se dedica a controlar y rechazar estados de la misma mente que tú consideras ser tú. Si siempre eres tú, si tú eres esa mente, ¿dónde está el problema? ¿Quieres acaso reforzar aspectos de ti y rechazar otros?
I: No sé si es así, sólo sé que en estado de calma mental me siento en equilibrio.
J: Y deseas mantenerte así, ¿es eso?
I: Sí
J: ¿Te parece lógico que para conseguir un determinado estado que consideras ser tu yo te veas forzada a pelear, rechazar el otro estado de tu mente, ésa que consideras ser tu yo?
I: ¿A qué te estás refiriendo cuando me hablas del Yo?
J: A lo que me has dicho tú cuando te lo he preguntado. Me has dicho que eras tu mente.
I: No es esa mi pregunta. No sé si estoy entendiendo, me siento mal, nerviosa. Tengo un monte de preguntas que te quería hacer... ¿entonces tengo que dejar de pelear, tengo que dejar que surja todo?
J: Dónde surge todo?
I: En mí.
J: En ti, ¿dónde?
I: Pues me imagino que lo que surge son todo pensamientos y que surgen en la mente. Que te hacen estar de una manera determinada. Al cuerpo también.
J: Los pensamientos alteran tu estado mental y físico. ¿Es eso?
I: Sí.
J: ¿Dónde tienen lugar los pensamientos?
I: En la mente.
J: Y es en la mente que se generan los diversos estados mentales y físicos de que te das cuenta. Es así?
I: Sí.
J: ¿Y tú piensas que aquello que eres, tu yo, es lo que pasa en tu mente?
I: ¡No! Creo que todo eso que pasa en mi mente, identificarme con todo eso que pasa en mi mente no deja fluir mi yo. Por eso trato de intentar mantener a mi mente en calma pues creo que eso es el estado que permite fluir a mi yo.
J: Entonces ¿quién es tu yo?
I: Eso es lo que trato de descubrir.
J: Para ello intentas mantener a tu mente tranquila. ¿Es eso?
I: Si. Eso me permite no identificarme. Tampoco con esa mente tranquila. Me ayuda a no hacer y a observar.
J: Qué observas en esos momentos y que es lo que consideras "no hacer"?
I: En eso momentos voy observando lo que va pasando. Observo desde los objetos y el estado en el que me quedo. Sentimientos, sensaciones del cuerpo... y a "no hacer" me refiero al dejar pasar todos esos pensamientos, sensaciones y sentimientos. Siempre que hay muchos pensamientos tiendo a hacer algo para evitarlos y eso da origen a esa pelea.
J: Esa pelea tiene lugar a razón de que lo haces todo desde tus procesos mentales. Sea cual sea tu estado, lo vives desde esos procesos mentales, incluso el querer simplemente observar sin hacer nada, lo haces desde tus procesos mentales, es un deseo que nace de esos mismos procesos mentales. Quieres tener un poco de paz en esa cárcel en la cual vives, te entiendo perfectamente, pero déjame decirte que da igual lo que intentes hacer dentro de esa cárcel, una cárcel es una cárcel. Sólo tienes una cosa que hacer: salir. Abandonar la cárcel. Intentar mejorarla no hace de ella la libertad. Quieres bien estar, es comprensible, pero deberías permitirte ser libre. Cuando uno es libre, el bienestar deja de ser una necesidad. La necesidad es la cárcel. Intentar estar bien dentro de una cárcel genera, ¿cómo no? mucha confusión y sentimientos contrarios. Es angustiante. Pero escucha: esa cárcel no es más que ese vivirlo todo desde tus propios procesos mentales. ¿Te puedo pedir una cosa?
I: Por supuesto que sí.
J: Cuando te sientes para meditar solo sientate, no esperes nada del hecho de sentarte. No esperes nada nunca. Sentada, sin esperar nada, estarás muy bien, todo estará muy bien. Todo está bien como está. No tienes que forzar nada. No hay nada que conseguir o ganar, no hay nada que abandonar o perder. Solo está, respira de forma natural, vaciandote por completo y sin esperar nada del hecho de estar, de respirar. Todo está bien con tu naturaleza, todo está bien en la naturaleza de todo eso que sientes y de lo que no sientes. Dejate simplemente estar. Ama ese estar sin esperar nada, sin nada que hacer o conseguir. Ama. 

Interlocutor: Quisiera pasar más tiempo realizando una práctica que me permitiera estar más conmigo misma. Hacer algo que me ayudara a ser consciente de mi proceso. No lo sé, tal vez meditación, un tiempo para trabajar con más profundidad y con mayor continuidad.
Joao: ¿Que és lo que te inquieta?
I: Los momentos en que me bloqueo. En diversas ocasiones, cuando me doy cuenta, me bloqueo y esa situación me toma por completo. Aunque no lo quisiera no puedo evitarlo, me incomoda mucho porque no consigo actuar, ni ir hacia adelante ni hacia atrás, como se suele decir.
J: Y ¿por qué no lo aceptas? ¿Por qué no lo permites tener lugar simplemente?
I: ...
J: Aquello que toma lugar, lo toma por las circunstancias. Al tener lugar no es más que eso, en el momento en que tiene lugar. Independientemente de cómo y cuando toma forma, no durará para siempre. Todo lo que tiene lugar termina por desaparecer. No es más que eso. Podrías dejarlo tener lugar sin más, no habría más, esa es la naturaleza de aquello que ha tomado forma. Cuando uno atrapa, aquello que es atrapado se mueve aún más, es catalizado, y deja de haber lugar para la atención. Aquello que tiene lugar, aunque lo puedas reconocer, interpretar o identificar, no ha tenido lugar antes ni volverá a tener lugar más tarde. Es solo en ese momento, nada más. Eres tú quién en esa acción de atrapar terminas por añadir más elementos, más cualidades a lo que ha tenido lugar y lo distorsionas, sea por una memória, sea por un proceso asociativo, lo llevas a la identificación y vives una ilusión que solo tiene lugar en ti misma. Lo que ha tenido lugar ha tenido lugar sin más, pero tu lo distorsionas en tu proceso y al mantenerlo generas más acción, más consecuencias.
I: ¿Lo hago siempre por asociación a las vivencias ya vividas por bloqueos que me han generado mal estar y por las cuales no me he sentido bien?
J: Puede que sí. No siempre es por asociación, puede que por memórias... el hecho es que uno termina por generar un proceso de identificación.       
I: La auto-indagación, ¿consiste en observar lo que surge a cada momento, todo lo que tiene lugar?
J: Aquello que tiene lugar y entendemos por realidad, lo es por que lo percibimos, nos pasa a nosotros. Así que para indagar uno lo tiene que hacer en uno mismo, es auto, no puede ser de otro modo. Indagar consiste en observar, cuestionar, darse cuenta continuos y puros. Puro en el sentido de no darle vueltas, con una intención pura, que se liberara de los condicionamientos y los conceptos ya establecido. naturalmente que uno deberá indagar desde lo que hay, desde lo que hay, justamente aceptando y viviendólo, pero cuanto más pura más profunda será la acción del darse cuenta, las cosas terminarán por caer por si mismas.


Interlocutor: Siento que siempre que vengo a hablar contigo tengo la tendencia a contar las mismas cosas. Me da un poco de apuro... ya lo puedes perdonar.
Joao: Por favor, no hay el que perdonar, gracias por venir. Cuando vienes... ¿quién viene?
I: Ya lo sé... yo, con mis cosas, mi idea de mí misma.
J: Entonces, cuando añades, aparentemente las mismas circunstancias, las mismas cualidades... ¿qué va a tomar forma sino el producto que surge de la unión de esas mismas cualidades?
I: Ya lo veo...
J: Está muy bien que lo veas, que seas consciente de ello pero, no lo tengas presente solamente para ti, para tu realidad y la idea que de ella has formado, tenlo para con todo. Todos están en la misma condición: tomamos forma, esa forma es compuesta de diversos elementos con sus cualidades o atributos y de la interrelación de esas mismas cualidades, aspecto ése que no es ni estanque ni tiene una identidad tal como la entendemos. A cada momento lo que ahora ha tenido lugar ya no está y lo que quedó no es ni eso que has visto o sentido antes ni será lo mismo de aquí a poco. Básicamente somos constituidos por una realidad orgánica que pretende sobrevivir, o sea, vivir a cada momento, cada circunstancia sin eclipsar o perecer. Eso es todo un hecho y requiere mucho trabajo por parte del organismo que tomamos por "mi cuerpo". Desde ese aspecto fundamental, en la sucesión o desarrollo, como lo queramos llamar, de las sucesivas interrelaciones entre la diversas cualidades y las formas y medios que eso genera, hemos llegado a especializar y desarrollar determinados órganos y sus funciones de tal manera que al día de hoy estamos como nos conocemos. Somos unas máquinas de percibir. Y tenemos órganos como el cerebro con capacidades fantásticas, que ningún otro ser dispone pero cuya utilización, en ese mismo juego continuo de interrelación, puede generar un estado de vivencia absorbida por el proceso mental en sí mismo. Es como si creáramos desde la posibilidad sutil de producir telaraña nuestro propio enredo y termináramos por quedar atrapados en eso. Esto no es una fatalidad y se puede desenredar uno. Por otra parte hay que tener presente que esto es algo que normalmente pasa por las características y condicionamiento de nuestro propio proceso de maduración de este órgano extraordinario que es el cerebro. En términos biológicos la "apuesta" del organismo humano es de gran calado y, como no podría dejar de ser, tiene sus riesgos. Quedamos durante muchos años dependientes del entorno y de los que nos "cuidan". En todo ese tiempo vamos madurando a la par que nos limitamos y condicionamos por medio, circunstancias, demás personas y sus actitudes, tradiciones, imposiciones... me entenderás, seguro.
I: Sí...
J: Pero, como te digo, tal proceso no es una fatalidad. Sólo de pensar en algunas de estas cosas que he mencionado puede uno quedar más asustado que nunca y pensar que es imposible desenredarse. No es así. Cuando lo vemos siempre lo vemos desde donde estamos, con nuestro enredo. Desde esa perspectiva sí es imposible, pero esa no es la vía. Hay que conocer, reconocer aquello que es, dónde y cómo nos encontramos y por qué toma forma, pero para nada se trata de un trabajo de echar por tierra, limpiar escombros, etc., etc., nada de eso. Antes de todo ese enredo, de toda esa confusión, uno sigue siendo lo que hay antes de todo eso. Siempre ha estado y sigue estando.
I: Y eso... ¿qué es?
J: Aquello que eres en verdad. Todo lo que te he descrito tiene lugar desde tu acción mental, desde tu proceso personal. Desde el cuerpo sientes. Está muy bien sentir. Esa es la naturaleza de tu cuerpo, tus sentidos. Desde el cerebro se genera la acción que gestiona todo ese material y lo relaciona con el material que existe previamente: memorias, asociaciones, conceptos, etc. Está muy bien, no hay nada de malo en la acción del cerebro. Es de su acción y por sus características intrínsecas a sus capacidades y herramientas que surge "yo" y a ese movimiento conocemos por "mente". Si el cerebro sufre alguna lesión que limite las relaciones que establece e identifica puede llegar a perderse la propia idea de "yo". Todo se basa en la realidad de un órgano y los procesos inherentes a sus funciones. La cuestión asienta en el proceso de absorción de nuestra atención y consciencia por ese movimiento mental que nos lleva a un estado de identificación profunda con todo eso que tiene lugar. De tal forma que creemos firmemente que somos eso. Cuando alguien te pregunta quien eres ¿qué respondes?
I: ...
J: Le describes lo que haces, lo que piensas, en qué trabajas...
I: Sí, es verdad.
J: Pero tú no eres lo que haces. No eres lo que piensas. Ahora mismo todo esto sólo está teniendo lugar y ni yo ni tú somos nada de lo que está pasando. Sólo está teniendo lugar, nada más. Tú no eres lo que me preguntas, yo no soy lo que te respondo. Son meramente circunstancias, cualidades en continuo fluir y cambio. Lo que te decía antes es que aquello que uno es en realidad está antes de todo ese movimiento, de todas las formas, de todos los procesos. Tú no eres lo que generas, lo que sientes, lo que piensas desde ese proceso orgánico que llamamos cuerpo. Todo eso tiene lugar en función de las cualidades o atributos y circunstancias y sólo pasa por ser posible en ese momento y donde y como pasa.  
I: ¿Cómo puedo entenderlo?
J: Desde la atención. Si te estableces en la atención te estarás estableciendo antes de todo eso y lo verás sin cualquier duda. Para eso se han propuesto y practicado los ejercicios de meditación. Sólo para eso, para que te puedas ir estableciendo antes de todo ello y lo puedas ver con claridad hasta el desapego y desidentificación absolutos.
I: Entiendo.
J: Pero el ejercicio, el método que utilices no es un fin en sí mismo, tenlo presente. La práctica sólo se hace útil cuando deshace toda y cualquier expectativa u objetivo. Cuando deja de ser útil es cuando se vuelve efectiva y tiene su razón de ser. Siéntate sin esperar nada, no quieras nada. Lo que tenga lugar será por primera vez. Siempre todo por primera vez. Espíritu de principiante. Independientemente de lo que surja, de dónde surja, de la forma que tome, sitúate antes de todo ello, desde la atención. Vivéncialo todo desde la atención. Sin más. 
I: Sí. 
J: Esa es una posibilidad. La otra es vivenciar cada proceso hasta final.
I: No entiendo.
J: Se trata de experienciar, vivenciar aquello que toma forma hasta sus últimas consecuencias. Con lo que haya. Con lo que surja. No saltar del tren. Una vez que te subes, ir hasta final. Tener el valor de vivenciarlo, independientemente de qué proceso sea, hasta las últimas consecuencias. Para comprender la naturaleza de eso que es antes de todos los procesos y formas basta con llevar un único proceso hasta el final. Sólo permítetelo. Permítetelo.